Madrid ha demostrado desde siempre una debilidad por las causas perdidas. Una de ellas es la de Pedro el Cruel, rey sumamente fiel a su apelativo que tuvo además de ponrer en contra suya cuantos le conocieron y trataron. A todos menos a los habitantes Madrid, dirigidos a la ocasión por Lassos, Lujanes, Herreras, Vargas, y tampoco a los ingleses. Ahora bien, con los ingleses, ya se sabe, van a lo que les convienen y casi todo lo hacen al revés. Podría eximírseles alegando que tal vez no conocieran el extraño talante de Don Pedro, o que no lo conocieran bastante. Por eso enviaron al "Príncipe Negro" para combatir a las "Compañías Blancas " de Bertrán de Duguesclin, aventurero francés al servicio de su hermanastro Enrique de Trastámara. Este era el panorama.
Todo tu su principio cuan el padre de ambos contendientes, Alfonso XI, llegó a engendrar una docena de hijos bastardos de su favorita Leonor de Guzmán. Pedro, el mayor de los hijos legítimos, a poco de subir al trono ordenó la muerte de ésta y posteriormente de algunos hermanastros y otros nobles de Castilla que habían establecido una especie de Corte paralela en torno de la figura de la favorita. Tras una terrible lucha fratricida en la que vio, Enrique vence a Pedro y mata en los campos de Montiel, ayudado por el siniestro Duguesclin, del que no se sabe de cierto si dio o no un vuelco al cuerpo del rey, pero si que se lo dio a la Historia. Y cabta el Romancero :"Riñeron los dos hermanos/ y de tal suerte riñeron/ que fuera Caín el vivo/ a no haberlo sido el muerto".
A Enrique de Trastámara se le conoce como el de las mercedes, por las muchas que hubo de conceder para lograr el trono.
Fuente:Historia de la Villa de Madrid de J. A. Vizcaíno