Enrique de Trastámara ha pasado a la historia con el sobrenombre de El de las Mercedes, por las muchas que concedió para lograr el trono. Aunque por lo que se refiere a la Villa d Madrid, bien puede aplicársele este título a cada uno de sus descendientes.
Juan I, en 1383, por su real voluntad otorga el señorío de Madrid al,destronado y desterrado, León V de Armenia. Menos mal que tal "seño" desapareciópronto. (ver mi entrada "De Cuando Madrid dejó de ser castellana),
Enrique III el Doliente tuvo que remitir a su oidor las reclamaciones que hacía el Concejo madrileño sobre enajenaciones de aldeas a miembros de la nobleza. La Villa fue la sede del matrimonio de Enrique III con Catalina de Lancaster. De esa boda de un rey castellano con una princesa británica se consiguieron sustanciosos beneficios, la nueva reina aportó como dore un lote de ovejas merinas de excelente calidad que al aparearse con las de aquí surgió una vueva casta superior y una próspera industria de la lana. Un día recibe la sorpresa de ver ante sus puertas una caravana oriental, se trataba de la embajada que enviaba el Gran Tamerlán. Portaba toda clase de presentes, joyas, marfiles, sedas y jades. Había que corresponder y hacia allá parte Ruy Gómez Clavijo en 1403 al frente de una expedición que iba a durar tres largos años en regresar. En 1405 ordenó la construcción de una Casa Real en el Monte de El Pardo, lugar que el monarca frecuentaba, dada su riqueza cinegética. Por su parte Enrique IV, construyó un pequeño castillo sobre la construcción de Enrique III, con el tiempo y muchas transformaciones llegaríamos al hermoso Palacio protegido por Patrimonio.
Juan II, para no ser menos que sus antecesores entregó Cubas y Griñón a su ayudante de cámara un tal Luis de la Cerda. Juan II manda que se celebren en la Villa dos ferias francas al año por San Miguel y por San Mateo condicionadas al silencio municipal por lod despojos que habían hecho.
Como seguiré con Enrique IV ahora solamente un pequeño apunte: este rey recibe el 21 de agosto de 1470 el Concejo de la Villa un acuerdo por tanto expolio cometido, el Concejo decidía bajo juramento de todos los asistentes que de ser necesario defenderían sus derechos con las armas.
Una de cal y otra de arena. Al Alcázar se le levantaron torres que cambiaban su vieja fisonomía guerrera en otra mas sosegada al tiempo que en su interior se habilitaban nuevas estancias para darle un aire más palaciego.
Fuente:
Historia de la Villa y Corte de Madrid de Amador de los Ríos.
Historia de la Villa de Madrid de José Antonio Vizcaíno
Ruy Gómez Clavijo