sábado, 7 de mayo de 2016

EXPOSICIÓN 1887 EN EL RETIRO

Bajo los auspicios de este Ministerio de Ultramar, en 1887 se celebra la Exposición General de las Islas Filipinas, que fue proyectada por el entonces Ministro Víctor Balaguer y Cirera. En ese momento ostentaba la Jefatura del Estado la Regente María Cristina y presidía el gobierno Práxedes Mateo Sagasta.

La exposición se lleva a cabo en el Parque del Retiro. La mayoría de los objetos se instalaron en el Pabellón Central, el actual Palacio de Velázquez, que había sido construido cuatro años antes por el arquitecto Ricardo Velázquez para una Exposición dedicada a la Minería y la Metalurgia. Para crear el ambiente adecuado se aprovecha el lago de patinadores convirtiéndolo en una ría con vegetación tropical y en su entorno se realizan una serie de construcciones típicas, casas de labor, edificio de tejedoras, una "ranchería" para los igorrotes, todas ellas realizadas con materiales tradicionales en madera, caña y nipa. Pero el edificio estrella de la exposición fue el denominado oficialmente Pabellón Estufa conocido desde el primer momento como Palacio de Cristal y diseñado por el mismo arquitecto citado, siguiendo el modelo del Cristal Palace de la exposición Universal de Londres de 1851. Su destino era albergar las plantas llegadas de Filipinas, aunque acogió igualmente algunos muebles y otros objetos de gran tamaño.

La exposición pretendía ser un gran espacio en el que pudiera mostrarse el modo de vida de la sociedad filipina en su amplia extensión, por lo que además del conjunto de obras que representaban la cultura, la técnica y el desarrollo, el arte y la historia del pueblo filipino, hubo una amplia representación de la población nativa que en principio estuvo constituida por 43 indígenas incluyendo “algunos igorrotes, un negrito, varios tagalos, los chamorros, los carolinos, los moros de Joló y un grupo de bisayas”, que, según reseñaba el diario El Imparcial del 8 de Mayo de ese mismo año “En su constitución, en su aspecto, en su lenguaje, en sus maneras, en sus costumbres en su color y hasta en sus trajes, esos compatriotas nuestros difieren grandemente de los filipinos más civilizados y hasta ahora conocidos”. Los miembros de las tribus vivían en cabañas y los visitantes accedían al recinto y podían observarlos, pagando una entrada.

Recepción de la reinaGrabado de indígenas
indígenas en diversas actitudes

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