miércoles, 28 de septiembre de 2016

DUQUESA DE SANTOÑA


María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, duquesa de Santoña, fue conocida por su gran dedicación a obras de beneficencia y caridad en el Madrid de la segunda mitad del siglo xix. Se casó en segundas nupcias con el rico industrial y banquero Juan Manuel de Manzanedo y González (Santoña, 1803-1882), nombrado marqués de Manzanedo desde 1864 y duque de Santoña desde 1875, como gratificación por su contribución a la Restauración borbónica con Alfonso XII.
En los nueve años que duró el matrimonio, los duques de Santoña llevaron a cabo múltiples obras de beneficencia en Madrid. La más importante la fundación del Hospital Infantil del Niño Jesús, en la que la duquesa tuvo un claro protagonismo. Este hospital era uno de los primeros hospitales pediátricos de España y de Europa; su construcción data de 1876, fecha en que la que una Real Orden autoriza a la duquesa a fundar y mantener la Asociación Nacional para la Fundación y Sostenimiento de Hospitales de Niños en España. El hospital se inauguró en 1877, y ocupó al principio una casa de vecindad en el número 23 de la calle del Laurel, en el barrio madrileño de Las Peñuelas. Disponía de seis salas con camas de hierro y algunos lujos insólitos para la época, como un plato, un vaso y una taza de metal para cada paciente, o estufas en las salas.
El matrimonio residió en el Palacio de los duques de Santoña, en la calle de Las Huertas número 13, que había sido adquirido por Juan Manuel en 1874 para entregárselo en donación de arras a su esposa. Entre 1886 y 1880 encargaron su restauración a Domingo de Inza y Antonio Ruiz de Salces, famoso por su colaboración, junto con Francisco Jareño, en la construcción de la Biblioteca Nacional, y su reforma del monasterio de las Salesas. La duquesa de Santoña confió su decoración a los más renombrados artistas de la época, que convirtieron el palacio en una lujosa residencia y señalado lugar de encuentro de personajes importantes de la escena política y social del momento.
Cuando falleció su marido, en 1882, la vida de la duquesa de Santoña dio un vuelco inesperado, que terminó por arruinarla. Una hija ilegítima de su marido vino desde Cuba e interpuso una demanda contra ella, reclamando la herencia de su padre. Tras diez años de pleitos, la duquesa de Santoña tuvo que traspasar la herencia a su hijastra, y se la llegó a apodar “la duquesa mendiga”. El palacio pasó a ser propiedad del político Canalejas, hasta que lo asesinaron en 1912. Los herederos de Canalejas vendieron el palacio a la Cámara de Industria en 1933, y desde 1962 es la sede de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid.
El Sorteo del Niño nació a finales del siglo XIX gracias a la duquesa de Santoña, que lo creó para obtener fondos para un hospital de niños en Madrid (Hospital del Niño Jesus). El sorteo inicial se hacía en un formato diferente al actual y se trataba de una rifa en la que también se implicaban directamente los niños.

El nacimiento de uno de los sorteos más populares de España surgió por iniciativa de la granadina María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, que quería buscar algún tipo de financiación adicional con la que poder hacer frente a todos los gastos que un hospital infantil ocasionaba.




LOS LEONES DE LAS CORTES

La curiosa historia de los leones del Congreso
Los dos majestuosos leones que flanquean la entrada principal del Congreso de los Diputados son dos de los símbolos más fotografiados de la ciudad de Madrid. Sin embargo, las emblemáticas esculturas no estaban previstas en la obra original, diseñada por el arquitecto Narciso Pascual y Colomer.Cuando el edificio fue inaugurado en 1850, el lugar que hoy ocupan los dos felinos estaba destinado a dos grandes farolas que no llegaron a ser del agrado de los parlamentarios de la época, quienes forzaron su retirada.

Los responsables de la obra se vieron obligados a buscar algún elemento de rápida ejecución con el que poder cubrir el hueco dejado por las farolas y decidieron encargar dos estatuas al escultor Ponciano Ponzano, autor también del frontispicio de la fachada principal del edificio. Ponzano fue escultor de la corte y casi escultor oficial de la administración, pero el encargo venía en un momento terrible: el Estado tenía muy poco presupuesto.

Opta el escultor aragonés por colocar dos leones, un macho y una hembra, pero, con tan poco presupuesto, los realiza en yeso y se pintan para que parecieran bronce. Se inauguran en 1851 con  alegría generalizada, pero en 1852, un año después, el yeso se ha ido deshaciendo y los leones estaban que daba pena verlos.

Las Cortes vuelven a llamar a Ponciano,  le piden presupuesto y deciden que no, que es más caro de lo que pensaban al principio, que tienen que estudiar más opciones . Entonces llaman a José Bellver, un escultor abulense que andaba recién llegado de Roma y que  había ganado un puesto en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Este Bellver construye dos leones en piedra, que hoy están en los jardines de Monforte en Valencia.

Leones en el Jardín de Monforte (Valencia)


  Entre 1859 y 1860, el Estado en permanente crisis se mete en una guerra en el Norte de África para frenar a los levantados en el Valle del Rif contra la presencia española. En esa guerra se produce una batalla importante, la de Wad-Ras. Además de la victoria militar, los españoles se trajeron varios cañones del enemigo.

La Batalla de Wad Ras (Mariano Fortuny)



Con esos cañones en su poder, el Congreso llama de nuevo a Ponciano Ponzano, le dicen que ya tienen el bronce, que les haga una rebajita, y así el bueno de Ponciano,  prepara los moldes con los que se fabricarán, en la Real Fábrica de Artillería, los definitivos leones del congreso. Y es que son definitivos de casualidad, porque desde que se colocan los nuevos leones de bronce en 1865 hasta 1872 que se zanjó el asunto, una serie de diputados estuvo en contra de la colocación de los leones, no por colocarse, ni por ser leones, ni por ser de bronce, sino porque el bronce provenía de una guerra, y esa alegoría a la guerra no debería estar bien vista.

Que casualidad que entre sus Señorias no hubiese unanimidad !!!!!






martes, 27 de septiembre de 2016

MONUMENTO AL GENERAL MARTÍNEZ CAMPOS

Situado en la plaza de Guatemala, está dedicado al general Arsenio Martínez Campos, célebre por dirigir un pronunciamiento militar en Sagunto, el 29 de diciembre de 1874, que acabó con la I República y dio paso a la Restauración de Alfonso XII.
En cuanto al monumento, obra de Mariano Benlliure, El monumento es obra de Benlliure, que quiso representar al general a caballo observando el campo enemigo, sobre un alto pedestal a modo de risco que contextualiza la estatua del militar en campaña, y que se ornamenta con un trofeo en bronce y relieves que ilustran sobre las campañas bélicas del generalfue erigido por iniciativa del marqués de Cabriñana mediante una suscripción popular iniciada en diciembre de 1904. Consta de un pedestal de piedra sobre el que descansa la estatua en bronce de Martínez Campos montado a caballo.
Fue inaugurado por Alfonso XIII el 28 de enero de 1907.

Fotografías propias



viernes, 16 de septiembre de 2016

RODRIGUEZ SAN PEDRO

De la calle de San Bernardo a la calle de la Princesa:

Esta calle se llamaba antiguamente calle de San Rafael, cuando no existía en ella más que una casa, entre la calle de San Bernardo y el barranco de Vallehermoso.

Faustino Rodríguez-San Pedro Díaz-Argüelles (Gijón, 30 de junio de 1833 - Gijón, 10 de enero de 1925 Gijón) Ministro de Hacienda, ministro de Estado y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el reinado de Alfonso XIII .

Cursó los estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo, para ejercer luego como abogado en esta misma ciudad y trasladarse más tarde a Madrid, donde su despacho alcanzó un gran renombre. Diputado por Alicante en las elecciones de 1884, en los procesos electorales celebrados entre 1886 y 1898 obtendría escaño por la circunscripción de Cuba. En 1899 pasó al Senado como senador vitalicio, llegando a ser vicepresidente de dicha cámara.

Se convirtió en alcalde de Madrid, siendo su principal aportación a la ciudad la creación del parque de La Elipa.

Fue ministro de Hacienda entre el 25 de marzo y el 20 de julio de 1903  .Posteriormente, entre el 5 de diciembre de 1903 y el 16 de diciembre de 1904, fue ministro de Estado  y finalmente, entre el 25 de enero de 1907 y el 21 de octubre de 1909,fue ministro de Instrucción Pública y B

Fue profesor de la Universidad Central de Madrid, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, presidente de la Unión Ibero-Americana durante cuya presidencia creó el denominado entonces Día de la Raza, actualmente Día de la Hispanidad. Fue también presidente del Consejo de Administración de los Ferrocarriles del Norte.


Fuente: Las calles de Madrid Pedro Repide



miércoles, 14 de septiembre de 2016

EL PALACIO DE CASA RIERA


C/ Alcalá número 44, con vuelta a la C/Marqués de Casa Riera

EL MADRID DESAPARECIDO:

Tomás Felipe Riera y Rosés (1790-1881), su fallecimiento el 21  de mayo de 1881 y su testamento fue legalizado el 3 de junio siguiente por el cónsul de España en París. Estuvo casado con Raimunda Gisbert Abril y tuvieron un hijo que murió que murió a los 3 años de edad. Recibió el título de marqués de Casa Riera en 1834, compró en 1836 el palacio del conde de Miranda y lo transformó y enriqueció y decoró magníficamente para no usarlo pues fijó su residencia en París. Además adquirió el solar del derribado convento de las Baronesas con destino a jardin privado. Encargó al arquitecto Aníbal Alvarez Bouquel la construcción de la fachada que daba al jardín, realizada en 1846. Las ventanas siempre cerradas del edificio alimentaron una leyenda popular ( con doble crímen) sin ningún fundamento y recogida hasta en prestigiosos diarios norteamericanos.

El palacio lo heredó su sobrino Alejandro de Mora y Riera (II marqués) quién lo derribó antes de 1893 y encargó uno nuevo que, por razones que se desconocen, no se terminó de construir.

En 1916 el palacio pasó al III marques de Casa Riera Alejandro de Mora Riera Fernández del Olmo. Un año más tarde se segregó el jardín y el solar resultante fue adquirido por el Círculo de Bellas Artes para construir su sede en 1928 obra de Antonio Palacios.

Además se abrió la calle Marqués de Casa Riera. Finalmente el palacio se derribó en los años 30 y en 1944 se construyó en su lugar el edificio actual.


Fuente Revista Madrid Histórico, texto Isabel Gea

lunes, 12 de septiembre de 2016

EL HÉROE DE CASCORRO: ELOY GONZALO

Eloy siente el frío de aquella noche del 1 de diciembre de 1868, cuando su madre, Luisa García, después de estrecharle contra su pecho, se alejó llorando Mesón de Paredes abajo después de tirar del llamador de la puerta de la inclusa madrileña.  Luisa ha dejado una nota rogando a las monjas que, cuando lo cristianen, le pongan de nombre Eloy Gonzalo García.

Poco tiempo estuvo el pequeño en aquel albergue. Pasados nueve días fue recogido por Braulia Miguel, esposa de Francisco Reyes, un buen hombre de profesión guardia civil. Pasa sus primeros años de vida en la casa-cuartel del puesto de San Bartolomé de Pinares y su adolescencia en Robledo de Chavela y Chapinería, posteriores destinos del cabeza de familia. En diciembre del 89, cumplidos los veintiuno, el mozo es llamado a filas causando alta en el Regimiento de Dragones “Lusitania” número 12. De carácter reservado y muy trabajador, en pocos meses luce en la manga los galones de Cabo. Seguramente influido por el ambiente familiar, decide encauzar su futuro como agente del orden y en 1892 ingresa en el Real Cuerpo de Carabineros, siendo sus primeros destinos las Comandancias de Estepona y Algeciras. Todo parecía transcurrir con normalidad en la vida del joven guardia que, ilusionado, comienza los preparativos para contraer matrimonio. Pero le llegan ciertos rumores que le hacen desconfiar de su novia y, puesto en alerta, descubre que ella le es infiel con un Teniente.

Por enfrentarse a este Oficial es encontrado culpable de un delito de insubordinación y sentenciado a la pena de doce años de reclusión en un presidio militar. En noviembre de 1895, acogiéndose a un Real Decreto que suspende las condenas de aquellos que marchen a la guerra que España sostiene en Cuba, Eloy Gonzalo embarca hacia la isla caribeña. Una vez allí, es encuadrado en el Regimiento de Infantería “María Cristina” número 63, de guarnición en la plaza de Puerto Príncipe.

El 22 de septiembre de 1896, cuando el batallón donde presta servicios Eloy Gonzalo se encuentra en el puesto de Cascorro, una pequeña aldea situada a corta distancia de Puerto Príncipe, el destacamento es cercado por más de 3.000 rebeldes cubanos. Las fuerzas españolas, 170 hombres, están al mando del Capitán don Francisco Neila y Ciria, un experimentado militar que ya cuenta en su hoja de servicios con dos cruces rojas al mérito en combate. Infortunadamente, la distribución del poblado favorece la estrategia de los sitiadores. Unas casas protegen a los insurrectos, los cuales disparan a cubierto desde allí sobre los soldados españoles. El Capitán Neila ordena realizar un contraataque con el propósito de desalojar estas construcciones pero, en una de ellas, los españoles son rechazados. El tiempo se agota y los certeros disparos de la artillería rebelde hacen estragos en el destacamento. Pese a lo comprometido de la situación, el Capitán Neila desoye las propuestas de rendición que le transmiten los sitiadores. El día 26, la defensa se hace insostenible. La única solución es destruir la casa desde la que son batidos por el fuego enemigo. Eloy se presenta voluntario para llevar a cabo una acción temeraria: aprovechará las sombras de la noche para arrastrarse hasta la casa e incendiarla. El Capitán Neila sabe que es una misión suicida y así se lo hace saber al muchacho, pero este insiste convencido de poder realizarla. El Cabo Eloy Gonzalo observa los movimientos del enemigo desde el parapeto. El Capitán Neila está junto a él. Sorprendentemente, todo está en silencio. A una señal convenida, en el extremo opuesto de la posición el Teniente Perier ordena a su sección abrir fuego; pretende así atraer la atención de los mambises lejos del punto por donde saltará el Cabo. El Capitán le ayuda a colocarse el fusil a la espalda y le tensa la correa para que no le moleste mientras se arrastra por el suelo polvoriento. Eloy se ajusta la cuerda que un Sargento le ha anudado a la cintura. Quiere, si le matan, que sus compañeros recuperen su cuerpo. ¡Ahora!, le susurra su Capitán, y Eloy salta del parapeto y desaparece en la oscuridad. Tras una angustiosa espera, los españoles observan como la casa queda envuelta en un espeso humo blanco y, a continuación, la noche se ilumina por las llamas que devoran la construcción. La confusión que se crea en las filas rebeldes permite al Cabo Eloy Gonzalo regresar indemne con los suyos. La alegría de los soldados españoles es inmensa y, animados por la hazaña de su compañero, realizan una audaz salida que sorprende a los sitiadores causándoles gran cantidad de bajas. Estos, al quedar sin lugares donde guarecerse, abandonan el cerco. Tal día como hoy, tras duras jornadas de combate, una columna de refuerzos mandada por el General don Adolfo Jiménez Castellanos llega al poblado y ordena relevar a sus denodados defensores.

Eloy Gonzalo después de su hazaña tomó parte en otras importantes acciones militares. Por su valor le fue concedida la “Cruz del Mérito Militar” con distintivo rojo. Pero el héroe moriría poco después de su hazaña, el 18 de Junio de 1897 falleció en el Hospital Militar de Matanzas a consecuencia de una hemorragia digestiva. Sus restos fueron repatriados y reposan en un mausoleo del cementerio de la Almudena de Madrid junto a los de otros muertos en Cuba y Filipinas.

La acción de Eloy Gonzalo impactó a la sociedad, Eloy era un soldado raso, no un oficial, y a la gente común le era más fácil identificarse con él, la gente de la calle será la que ensalce más la figura del que será conocido como héroe de Cascorro, la guerra de Cuba necesitaba héroes que dieran confianza al pueblo de que la victoria era posible y subir así la moral de la sociedad, en unos tiempos en que los políticos y la sociedad estaban profundamente divididos por el conflicto.

Eloy Gonzalo tomó parte en más acciones militares, siendo condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, pensionada con 7,50 pesetas mensuales. Sin embargo, fallecería en el Hospital Militar de Matanzas a consecuencia de una enfermedad. Sus restos fueron repatriados en el vapor San Ignacio llegando a Santander en diciembre de 1898 junto a los restos de los generales Santocildes y Vara del Rey.


En el mismo año 1897 el Ayuntamiento de Madrid decidió homenajear a este héroe. Para ello, le dedicó una calle (la calle de Eloy Gonzalo) y levantó una estatua en el popular Rastro. La estatua fue esculpida por el escultor segoviano Aniceto Marinas e inaugurada en 1902 por el rey Alfonso XIII. Se trata de una estatua tremendamente descriptiva, que muestra a un soldado común, rifle al hombro, llevando una soga y una lata de petróleo. Más tarde, un acuerdo municipal del año 1913 bautizó esta plaza con el nombre de Nicolás Salmerón, nombre que conservó hasta que la popularidad del héroe dio paso a la denominación oficial de Plaza de Cascorro.

Fuentes: Historia de Madrid de F.Bravo Morata


domingo, 11 de septiembre de 2016

EL MADRID DESAPARECIDO: CONVENTO DE LAS BARONESAS

En la calle de Alcalá y en el terreno convertido hoy en jardín del Marqués de Casa-Riera, existió un convento de monjas carmelitas recoletas, denominadas las Baronesas, por su fundadora la baronesa dona Beatriz Silveira, que fue demolido, y vendido su solar en 1836. Fue fundado en 1650 por la Baronesa Beatriz de Silveyra bajo la advocación de la Natividad de Nuestra Señora y San José en las casas que poseía en la calle de Alcalá. No obstante, en recuerdo de su fundadora fue más conocido por los madrileños por el nombre del convento de las Baronesas, ella era baronesa de Castel Florido. Para la fundación de este convento -de religiosas Carmelitas Recoletas; su marido dispuso para monjas de San Francisco, pero la baronesa se inclina por el Carmelo por tener a un hermano profeso en esta Orden-, doña Beatriz utilizó el dinero dejado para ello por su marido, Jorge Paz de Silveyra -Barón de San Quintín de Monte Agrazo y Caballero de la Orden de Santiago-, sobre unas casas que para al efecto compró al marqués de Falces en la calle Alcalá. La baronesa muere en 1660. Las religiosas tomaron posesión del edificio el 15 de agosto de 1651. Acogia a 40 monjas recoletas calzadas que podían comer carne, salvo los viernes. La orden creada por Santa Teresa establecía calzar sandalias, la vigilia todo el año y no soprepasar la 21 hermanas. En cuanto a su arquitectura, destacaba su iglesia, construida entre 1675 y 1700 por el arquitecto Juan de Lobera, aunque fue acabada por su yerno Juan de Pineda. Sus trazas seguían el modelo de la época, planta de cruz latina, con crucero y cúpula sobre pechinas. Desamortizado en 1836, fue inmediatamente demolido, pasando su solar a convertirse en el jardín del palacio del Marqués de Casa Riera. En la actualidad su lugar lo ocupa el edificio del Círculo de Bellas Artes y la calle y jardines del marqués de Casa Riera. Sería su vecino el actual edificio del Banco de España.

Fuente: El viejo Madrid de Mesonero Romanos


jueves, 8 de septiembre de 2016

EL CASON DEL BUEN RETIRO


La denominación de Casón vendría determinada por la dejadez que sufrió el edificio a lo largo del tiempo, reconstruyéndose en el siglo XIX gracias a la labor de Velázquez Bosco, autor de las dos fachadas neoclásicas que se abren a la Plaza de la Academia y a la calle Alfonso XII .

Originalmente, el Casón del Buen Retiro era el Salón de baile del Palacio del Buen Retiro, mandado construir por el conde-duque de Olivares para recreo del rey Felipe IV, fue Alonso Carbonell el autor del proyecto.

 Desde el inicio de la construcción el Palacio sufrió diversos incendios,  el más importante tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia cuando las tropas francesas lo ocuparon, produciéndose duros combates durante la reconquista de la ciudad por parte de las tropas españolas. Del edificio original sólo quedan hoy pequeños espacios como el Salón de Reinos, incluido en el Museo del Ejército, y el Salón de Baile, que forma parte de este Casón.  Fue reformado en diferentes ocasiones pero todavía se conserva en muy buen estado el fresco que decoraba el techo, realizado por Luca Giordano en los últimos años del siglo XVII. 

Parte del Casón en la zona de la Academia
Alegoría del Toisón de Oro de Lucas Jordán

jueves, 1 de septiembre de 2016

LA DUQUESA DE SEVILLANO

Diega Desmaissières y Sevillano nació en Madrid en 1852 y murió en Burdeos en 1916. Perteneciente a una noble familia, poseedora de numerosos títulos aristocráticos y de una inmensa fortuna material, permaneció siempre soltera, quedando en posesión a lo largo de su vida de una inmensa fortuna, que ella destinó en buena medida a la fundación de centros benéficos en diversos lugares de España.

Su bisabuelo paterno era francés, de la región de Burdeos, y se llamaba don Arnaldo Desmaissières. Su abuelo paterno era Miguel Desmaissières, oriundo de León, y quedó heredero en el Bordelés de inmensas extensiones de territorio de viñedos. Con título de conde de la Vega del Pozo, se dedicó a la política desde los finales del siglo XVIII, sabiendo capear los temporales del primer tercio del siglo XIX con cierto éxito, aunque con una mala fortuna final. Su abuela era Bernarda López de Dicastillo, también de noble ascendencia navarra, con riquezas sin cuento, palacios y tierras. Ambos casaron en 1802, teniendo nueve hijos, de los cuales cuatro murieron en la infancia. Los otros fueron Luis (1805-1823) que murió en Toulouse, de una caída; Diego (1806-1855) el padre de nuestra fundadora, que murió en Pau; Engracia (1807-1855), fallecida en el palacio familiar de Guadalajara; Manuela (1812-1843) muerta también en Toulouse en plena juventud; y María Micaela (1809-865), la Santa de la familia, que fue la que recibió el título de vizcondesa de Jorbalán, heredado de su padre, por renuncia de su hermano en 1846.

Su hermano Diego María Desmaissières y López de Dicastillo Flores y Olmeda recibió de su padre los títulos de conde de la Vega del Pozo y marqués de los Llanos de Alguazas, con sus anejos territorios en Murcia. Ejerció la actividad de diplomático, siendo embajador de España por diversos lugares de Europa, entre ellos Bélgica e Italia. Casó en 1846 con María Nieves Sevillano y Sevillano Fraile y Mocete, que heredaba los títulos de marquesa de Fuentes de Duero y duquesa de Sevillano. La boda se realizó en Guadalajara, en el palacio de los Desmaissières, con una fastuosidad principesca. En 1850 nació su primera hija, María de las Nieves, que murió a los 3 años. En 1852 nació María Diega, que heredaría todos los títulos y todas las riquezas de ambas familias. Perdió a su padre muy pronto, pues Diego falleció en Pau en 1855, heredando la influencia de bondad, generosidad y entrega de su tía María Micaela. De ahí que María Diega, que siempre permaneció soltera, se propusiera desde muy joven la realización de una gran fundación que sirviera de acogimiento a pobres y desvalidos, levantando junto a ella un gran mausoleo para enterrar a su padre y a toda su familia con el boato que de su magnificencia cabía esperar.


La Duquesa de Sevillano
Su Panteón en Guadalajara
Su Palacio en Madrid