sábado, 23 de febrero de 2019

ENRIQUE IV, EL DESTRONAMIENTO DE UN REY

El rey Enrique IV,  a esas alturas de la historia, se había ganado fama de impotente, dado su fracaso matromonial con Blanca de Navarra (ver mi entrada anterior de fecha 21 de febrero) Con anterioridad a la muerte del rey ), fama que iba aumentándose a medida que eran conocidas y divulgadas determinadas aficiones suyas. Parecía ser que en sus correrías nocturnas prestaba excesiva atención a los moros de su guardia, vestía como ellos y cometía los mismos excesos, Marañón afirma al respecto: " Es sabido que en esta fase de la decadencia de los árabes españoles, la homosexualidad alcanzó tanta difusión que llegó a convertirse en una relación casi habitual y compatible con las normales entre sexos distintos". Pronto se le señalaron al rey dos o tres protegidos, bastante sospechosos en cuanto al motivo de tal predilección por ser hombres  de gran atractivo físico.
Y antes de que todo este sordo rumor estalle en franco vocerío, en 1472 se inaugura la Plaza de la Villa con su flamante torre de los Lujanes, colocándose en ella, el Rollo jurisdiccional, la plaza, que fue zoco en época musulmana y emplazamiento de la iglesia del Salvador, donde tuvieron lugar las primeras reuniones del Concejo madrileño, había necesitado para su ampliación el derribo de una media docena de casas que la impedían a causa de su trazado irregular.
El rey Enrique IV el Impotente falleció en el Alcázar de Madrid el día 12 de diciembre de 1474. Unos años antes los nobles descontentos habían protagonizado una estraña ceremonia, al destronarle simbólicamente en la ciudad de Ávila. Valéndose de una estatua suya que alzaron en una tarima, frente a la muralla, leyeron los cargos que contra el llevaban apuntados y, con la mayor solemnidad, despojaron a la esfigie del cetro real y la corona procediendo a continuación al derribo de la misma mientras gritaban furiosos: "¡ A tierra, puto !".
Con anterioridad a la muerte del rey se había producido el fallecimiento  de su hermano Alfonso, heredero al trono, por cierto en circunstancias misteriosas. Y una nueva figura surgía como protagonista en la sucesión: la hermana de ambos. Isabel. Surge un conflicto sucesorio que alcanzaría gran magnitud y afectaría muy concretamente a Madrid. El detonante de la explosión fue un personaje ambicioso y arrogante, llamado Beltrán de la Cueva.

Pero eso lo dejaré para otro capítulo.
Farsa de Ávila


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