Atravesamos la calle de San Bernardo para hacer una breve incursión en el barrio de Maravillas, en el comienzo de la demarcación donde vivieron los “majos”. Pero “majos y manolos” ¿no son sinónimos? Por favor, ¡todavía hay clases! – que diría un castizo -. Los “manolos” fueron fanfarrones, con gran devoción por las algaradas, preferían los simples amoríos y se empleaban en oficios que no les sujetaran mucho. Fueron aguadores, soguillas, cantores de romances, caleseros… Los “majos”, en cambio eran más tranquilos, de festejos más sosegados y con empleos de horas fijas: ebanistas, zapateros, guardias de Corps, sacristanes…; solían pecar, pero lo hacían “de tapadillo”, guardando las apariencias; no provocaban, pero eran valientes y “sabían apretarse los machos” cuando las circunstancias lo requerían y así el 2 de mayo de 1808 se convirtieron en protagonistas, mientras que los “manolos” actuaron de simples comparsas.
Las raices del barrio estarían en ambas Correderas, en la Plaza de San Ildefonso, en la calle de la Luna, en la calle del Desengaño.
(Leyendas y Anécdotas del Viejo Madrid de Francisco Azorín)
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