viernes, 1 de febrero de 2019

UN DRAMA ROMÁNTICO

En 1772 ocurrió un hecho singular que conmovería profundamente a círculos de Madrid. José Cadalso, capitán del ejército, autor de versos y obras dramáticas, intentó desenterrar en una noche de dolor y de delirio el cadáver de su amada en la iglesia de San Sebastián. Era ella la actriz María Ignacia Ibañez, muerta prematuramente y enterrada en la cripta de la capilla de Nuestra Señora de la Novena, patrona de las gentes del teatro. Parece ser que Cadalso convenció mediante ruegos y dádivas al sacristán de la parroquia para que le franquease las puertas a una hora convenida. Así fue, pero cuando ambos se disponían a hincar la piqueta sobre las losas del templo oyeron voces y pisadas. Eran hombres del conde de Aranda, enviados por éste para impedir la acción de Cadalso. Es de suponer que algún amigo común conocedor del fúnebre proyecto, avisara al conde, quien no perdió tiempo alguno en conjeturas. Cadaldo fue desterrado de la corte y en esa soledad forzada escribiría sus obras mas fammosas, Cartas marruecas y Noches lúgubres, esta última en recuerdo doliente de su extravío y aunque no lo hubiera previsto, como preludio del huracán romántico que muy pronto invadiría Europa. Reincorporado al ejército participó en el fallido asalto a Gibraltar, donde fuue ascendido a coronel. Y allí frente a la costa del Peñón, un casco de granada acabó con su vida.

Retrato de José Cadalso (1855) por Pablo de Castas Romero


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