domingo, 17 de diciembre de 2017

LOS PRIMEROS MADRILEÑOS, EL ENTORNO, LA ALIMENTACION

Se dice que el primer nombre de Madrid es Ursaria, algunos autores ven ahí  una procedencia del latín y quiere decir tierra de osos, animal muy abundante en aquellos día. Sobrepasada ya la Edad de Piedra, cuando los habitantes del poblado han logrado adquirir un conocimiento bastante exacto de cuantas especies animales, vegetales y minerales conviven a su alrededor, es el tiempo en que se domestica el caballo, se utiliza el asno para labores del campo y el perro comienza a familiarizarse con el hombre.

Osos, pues, y también madroños. De modo que los dos emblemas heráldicos del escudo de Madrid ya habían hecho acto de presencia en la Prehistoria. Y además del madroño, el avellano, el sauce, el chopo y otras especies arbóreas tan frondosas como el olmo, el álamo, el roble y la encina. La espesura del bosque lindante con el poblado estaba donde hoy se alza el Campo del Moro.

La carne  fue el alimento principal de los habitantes de Madrid en su época primitiva.. Naturalmente esta carne solía estar bastante pasada : “El olor, que en las civilizaciones posteriores fue rechazado, era precisamente el mayor incentivo para el apetetito de aquellos hombres” (Federico Bravo Morata).

Cierto día, por azar, como casi todos los grandes descubrimientos, el madrileño primitivo, descubrió la liebre para su condimento. Hacía años que estos animales destrozaban las escasas cosechas y devoraban las raíces de las plantas. Tanto fue que hubo necesidad de recurrir a las comadrejas para ahuyentarlas. De pronto sucedió lo contrario todo lo contrario y las comadrejas aumentaron sensiblemente de valor. 

El propietario de uno de esos bichos poseía un bien inamovible, ya que podía venderlo, alquilarlo o utilizarlo para su propio provecho. Por lo que cuando la liebre se convirtió en un alimento de exquisito gusto, todo el mercado de comadrejas sufriría una brusca transformación: ya no era necesario librarse del animal dañino, sino que convenía cazarlo vivo, y ello sólo era posible gracias a la colaboración de la comadreja.

Para saber más:
Historia de Madrid de Federico Bravo Morata
Historia de la Villa de Madrid de José Antonio Vizcaíno
Historia de Madrid de Amador de los Ríos

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