sábado, 18 de noviembre de 2017

CRONICA NEGRA


No sé si soy un psicópata o no. Ni me importa. Lo único que sé es que soy el autor de cuatro muertes: dos quizás un poco más justificadas, aunque, en realidad, ninguna puede serlo
Jarabo, durante su juicio

José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris, más conocido como José María “Jarabo“, nació en Madrid en 1923 en el seno de una familia adinerada, con lo cual fue a los mejores colegios, era sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo.

Acababa de cumplir 17 años en 1940, cuando su familia se trasladó a Puerto Rico.

Dejó los estudios y llevaba una vida de holgazán al amparo de su madre.

A los 20 años se casó con una rica heredera, poco tardaron en divorciarse, fue entonces cuando se fue a New York y lo condenaron por tráfico de drogas y pornografía, pasó 4 años en la cárcel. A su vuelta a España, no tardó en relacionarse con otros asuntos de droga a nivel local.

Tras engatusar a Beryl Martin Jones, una inglesa casada con un francés que dejó en Lyon, el «Jarabo» la convenció para vender a unos prestamistas particulares una joya de brillantes que le había regalado su marido. Pero cuando el marido de Beryl Martin Jones acudió a Madrid y consiguió que regresara a su lado, ella apremió a José María «Jarabo» para que le devolviera la joya.

Sin embargo, los prestamistas pusieron una infinidad de trabas al «Jarabo» que, lejos de acudir a la justicia, se la tomó por su cuenta y se desplazó al piso de uno de de ellos. Después de introducirse en la casa, el «Jarabo» esperó al prestamista Emilio Fernández para dispararle en la nuca. La esposa del prestamista, que estaba embarazada, y su criada también fueron asesinados por el «Jarobo» en su empeño de no dejar testigos.

Al no encontrar la joya en la casa del prestamista asesinado, «Jarabo» decidió hacer una visita al establecimiento donde se realizaban los prestamos. Allí asesinó a disparos a Félix López Robledo, el socio de Emilio Fernández. A continuación, Jarabo llevó su traje, manchado con la sangre del prestamista, a una tintorería de su confianza, Julcán, en el número 49 de la calle Orense, donde se inventó una pelea con unos americanos «de la base de Torrejón» para justificar las manchas. Un error que atrajo la atención de la Policía, que no tardó en dar con el paradero de José María «Jarabo».

Juzgado y condenado a muerte por garrote vil, fue el último ejecutado en España por delito común.

El asesino
Las víctimas
La tienda de empeños

Fuentes A B C

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