martes, 21 de noviembre de 2017

CRONICA NEGRA

El bautizado como Crimen de la calle del Calvario, reliquia de la crónica negra de Madrid en la centenaria hemeroteca de ABC, alcanzó una dimensión social sin precedentes por la naturaleza misma del suceso y por cuantos implicó. Tiburcio Zarzuelo del Pozo, alias «Hojalata», mató a dos mujeres, Carmen Alonso Marchante y Remedios Nadal Alonso, en noviembre de 1907; madre e hija y, en el caso de la primera, amor platónico del asesino. Uno de los testigos, para másInri, era un niño, hijo y hermano de las víctimas.

La crónica de este periódico, aún joven, con cuatro años de vida, representa el alcance del caso: a una página y con las fotografías de los implicados, con el culpable en el centro, bajo el título otorgado. El escrito detalla tanto el feminicidio como sus antecedentes, lo que ayuda a comprender la demencia de Tiburcio.

Fue precisamente su hermana, Tomasa, quien habló «triste y llorosa» ante la prensa, explicando que «Hojalata» estaba enamorado de Carmen, viuda desde hacía años, y que había mantenido relaciones con ella. El asesinato, sin embargo, no fue la única ocasión en la que el hombre atacó a una mujer: tiempo atrás, a una de sus amantes, Luisa Albo, la propinó un mordisco en la nariz. Por ello, fue condenado.

En lo que respecta al crimen indicado, las pesquisas finales indicaron que el móvil fue un ataque de celos. Tiburcio acabó con la vida de Carmen y su hija Remedios porque había pedido matrimonio a la viuda, pero se encontró con un «no» por respuesta. Además, señaló a un hombre como el culpable de esta locura machista, «un hombre apellidado Roca al que el despechado amante retó en varias ocasiones, sin que aquel acudiese al terreno al que se le llamaba», según la crónica, fechada el 18 del mes indicado.

Según consta en la misma, hubo varios testigos que, tras escuchar las voces, acudieron al lugar del siniestro. Sus testimonios coincideron una vez prestada su declaración; más complicada en el caso de Gregorio Moya y Pepito Nadal, dos niños que encontraron los cuerpos. Es Moya quien explica a los agentes que una vez en la calle del Calvario, donde acudieron corriendo, halló a Remedios tendida en el suelo, muerta, y a Carmen agonizando, aparentemente atacadas con un cuchillo.

Según informó ABC, la madre intentó hablar al pequeño, pero cayendo no pronunció más que un agónico «Hij...». Los críos incluso coincidieron con el asesino, que los amenzó con la muerte si narraban lo sucedido. Valientes, su testimonio sirvió para que la Policía diera con Tiburcio, después de un dispositivo que se extendió por las Peñuelas, Cuatro Caminos o la Ronda de Toledo, donde era frecuente toparse con «Hojalata»


Fuente ABC

El asesino

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