Entre las calles de Segovia, de la Villa y del Rollo
Toma su nombre de haber quedado en ese sitio una gran cruz de madera pintada de verde, como recuerdo de autillos inquisitoriales, allí celebrados, habiendo sido el último en tiempo de Felipe II.
Es uno de los parajes más interesantes del antiguo Madrid, al que presta singular encanto la fuente monumental que aún existe y que estaba adosada a la tapia del huerto de las monjas del Sacramento (hoy derribado para construir casa horribles de vecindad en un entorno de trescientos años). La fuente aunque tiene aspecto de mayor antigüedad, fue construida a mediados del siglo XIX; pero la estatua de Diana que la adorna y preside es la que existía en la desaparecida fuente de Puerta Cerrada.
En el número 1 de esta Plazuela vivió el arquitecto Ventura Rodríguez, renovador del buen gusto, que unía a la gracia de la líneas clásicas la elegancia del siglo XVIII.
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