miércoles, 30 de mayo de 2018

LA MONJA DE LAS LLAGAS (SEGUNDA PARTE)

El juez es don Salustiano Olózaga, antiguo pretendiente de Lolita, se encuentra cara a
cara con su desdeñosa amada, para instruirle expediente y tratar de esclarecer aquel enjambre de «misteriosos hechos ... , que traen soliviantado a Madrid. El amanuense transcribe durante nueve horas las declaraciones. Al teminar, el juez intenta llevarse a la monja de las llagas ... , pero la priora se opone resueltamente a ello. Fuera, dispuesta a todo, está la multitud. El juez, al fin, sale solo. Dos días más tarde, el 9 por la mañana, después de rezar los maitines, la sacaron entre bayonetas, y puesta en un coche, sin que nadie la acompañara, la llevaron a una casa, no buena, y si no hubiera sido por el demandadero que tuvo la feliz ocurrencia de disfrazarse para no ser conocido y seguir el coche, ni este consuelo de saber dónde estaba hubiese tenido su querida comunidad ... , declaró la priora. El carruaje la condujo a la casa número 119 de la calle de la Almudena, donde la esperaban su madre y su hermana. Al día siguiete las llagas de la monja eran examinadas por varios facultativos, los cuales prescribieron remedios para curarlas. Las heridas no tardaron en cicatrizar y los médicos certificaron la curación de las vulgares llagas.

SE DESCUBRE EL ARTIFICIO DE LAS LLAGAS
A sor Patrocinio la trasladan al convento de las Arrepentidas, de la calle de Hortaleza.
Allí, la monja está rodeada de mujeres de vida pintoresca, deshauciadas por el amor, que
la observan como a un bicho raro. Es el blanco de la mordacidad de sus compañeras de
cautiverio que toman a chifladura la farsa de los estigmas.
Sor Patrocinio se ve obligada en el proceso a confesar: .Que habiendo enfermado una reli- giosa, cuando la declarante estaba de novicia, entró el padre Alcaraz, religioso capuchino del Pardo, a asistida y entonces la vio y habló de cosas indiferentes. Que a los pocos días fue llamada al locutorio y se encontró que estaba allí solo dicho padre Alcaraz, el cual como en tono de sermón le dijo que San Pablo en sus cartas exhortaba mucho a la penitencia, y enseguida sacó de la capilla una bolsita en que dijo conservaba una reliquia, la cual aplicada a cualquier parte del cuerpo causaba una llaga, que debía tenerse abierta para seguir padeciendo y teniendo tal mortificación, ofreciendo a Dios tales dolores como penitencia de
las culpas cometidas y que pudiera cometer, y alcanzaría el perdón con ellas. Sobre esto
le hizo un terrible encargo. mandándole aplicase a las palmas de las manos y al dorso de ellas, a las plantas y parte superior de los pies, en el costado izquierdo y alrededor
de la cabeza, en forma de corona, encargándole muy estrechamente bajo promesa de
obediencia y las más terribles penas en el otro mundo, que no manifestase a nadie de qué
la había provenido y que si le preguntaban debería decir que sobrenaturalmente se había hallado con ellas_.

OS ESPERO EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO

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