Carlos III ordenó edificar la Casa de Correos. El lugar elegido fue la Puerta de Sol. Presentaron planos para la construcción Ventura Rodríguez y un arquitecto francés llamado Marquet. La comisión especial prefirió los planos franceses.
Jaime Marquet
Dice la leyenda que cuando se estaba construyendo esta casa se apareció el Demonio a los albañiles y les dijo que la edificación eran propiedad del Infierno, y que la culpa estaba en haber aprobado los planos de un francés desechando los planos de Ventura Rodríguez. Los albañiles hablaron con sus capataces y éstos pusieron el hecho en conocimiento del director de la obra.
Poco después la Inquisición ordenó a un fraile, muy avezado en esto de conversar con el Diablo, se quedase en la obra mientras los albañiles trabajaban, por si volvia el “Maldito” poder hablar con él un rato y aclarar algunos extremos. El fraile se instaló y, naturalmente, hubo que proveer a que comiese allí, por cuenta del constructor, pero parece ser que el Demonio, sin duda muy ocupado en achicharrar gente, no volvió a pasar por allí. El fraile, naturalmente, continuó figurando en nómina, aunque ya, conjurado el peligro de nuevas visitas del Demonio, no aparecía por la obra.
” El edificio – dice Fernández de los Rios – es de piedra caliza, llamada de Colmenar, en su mayor parte; granito en los zócalos exteriores y en los pórticos del patio y ladrillo fino en la fachada Sur, y en los entrepaños de las otras tres, ladrillo que fue tapado. Dícese que a Marquet se le olvidó la escalera al proyectar el edificio, y hay motivos para creerlo así, porque realmente no se encuentra allí el sitio natural donde colocar una escalera aceptable. La casa fue ocupada primero por la Dirección de Correos, la Administración del Correo Central, luego la Capitanía General y el Gobierno Militar y una guardia de prevención. Cuando se creó el Ministerio del Interior (después llamado de la Gobernación), primero se instaló en la calle de Torija, donde había estado la Inquisición, pero después se trasladó a esta primitiva Casa de Correos.”
No terminan las leyendas del caserón con las visitas más o menos frecuentes del Diablo. Cuenta otra tradición que al entrar en Madrid las tropas de Napoleón,
un capitán de dragones francés ocupó el edificio con veinticinco soldados. El pueblo rodeó el edificio y los soldados pudieron salir y abrirse paso hasta el grueso de la tropa francesa muy a duras penas. Pero el tal capitán había desaparecido. A la gente le dió por decir que como era francés también tenía tratos con Lucifer, y que éste le había escondido dentro del reloj. Fueron llamados relojeros que buscaron con ahinco dentro de la maquinaria… ¡ y vaya si le encontraron ! Sólo que como era francés y estaba endemoniado, se había convertido en un minúsculo ratón… Mala suerte le dieron al pobre ratón pensando que no era un simple roedor sino un capitán francés transfigurado.
Leyendas y Anécdotas del Viejo Madrid de Francisco Azorin.
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