lunes, 17 de octubre de 2016

SITUACIÓN INCOMODA

PUERTA CERRADA, UN RETRATO  " BIEN PARECIDO"

La calle de Segovia nace en Puerta Cerrada. El forastero al escuchar este nombre sonoro y contemplar tan sólo una tosca cruz                ( adorno de un simple registro de agua ) muestra su asombro y su incomprensión. Entonces alguien le hablará de una puerta que existió y que tuvo que ser cerrada a causa de los delincuentes que al llegar la noche allí se cobijaban. Tirso de Molina nos la recuerda así:

                                                                           " Como Madrí está sin cerca
                                                                           A todos gustos da entrada
                                                                           Nombre hay de Puerta Cerrada,
                                                                           Más pásala quien se acerca. "

La figura evocada es la de Felipe IV. Miraba de frente y posaba la vista en lo alto; por eso los embajadores italianos le llamaban el rey estatua y, sin embargo, no era soberbio sino afable; no se quitaba el sombrero ante nadie, pero si ante un Crucificado; se repetía una y otra vez en el adulterio, y él, a su vez, era celoso; entraba en conventos con intentos sacrílegos y, una simple monjita, con sus epístolas, desde su convento soriano, dirigió los últimos años de sus cuarenta y cuatro de reinado. Todo él era una claroscuro viviente, no olvidemos que nació en un viernes santo y tuvo por pintor de cámara al sevillano Velázquez.

El escenario de la leyenda es, precisamente, esta Puerta Cerrada. En la acción intervienen, además doña Laura, bella viuda de un indiano, que era la amante de turno y que vivía en un palacio que existió aquí y don Ramiro de Vozmediano, teniete corregidor de Casa y Corte, también figura la sombra de la Inquisición, que seguía condenando y condenando, persiguiendo y persiguiendo los amores ilícitos, tanto más si éstos eran perseverantes.

Unos anónimos soplones comunicaron a don Ramiro de Vozmediano que en días alternos una carroza se detenía delante de la suntuosa mansión, morada de la hechicera viudita, de la que descendía rápido un embozado, penetrando en el portalón que se cerraba tras él. Entonces el corregidor montó la oportuna vigilancia.

Una noche le avisaron: " ¡Ya está en la ratonera! " Alos poco minutos el teniente corregidor, con acompañamiento de cohortes y escribanos, penetraba en el domicilio de la dama, a la que imprecó:

- Sé que ocultáis a una persona bajo vuestro techo. En nombre de su Majestad entregádmelo.

- Pasar y registrar. Soy la más fiel servidora de Felipe IV.

Terminado el registro sin resultado, el corregidor observó cierto movimiento en el tapiz que cubría el balcón.

-¿Que hay detrás? -interrogó al punto.

-Además del cierre del balcón, un retrato de Su Majestad de cuerpo entero.

-¿Puedo admirarlo?

-Puede, pero no se lo aconsejo, porque es tan vivo retrato del monarca que acaso su contemplación pudiera dañar la salud de vuestra señoría.

Don Ramiro de Vozmediano se llegó al tapiz, lo descorrió y exclamó:

-¡Santo cielo!

Allí estaba el rey mudo y rígido, como esas figuras que sostienen los candelabros. El teniente corregidor (que no tenía un pelo de tonto) volvió a correr el tapiz, ocultando la turbadora imagen, mientras exclamó con ronco acento:

-¡En verdad que jamás contemplé tan vivo retrato de Su Majestad; ni entre los mejores pintados por don Diego Velázquez!

Y aquí termina nuestra historia, que no es trágica, como otras veces sino que parece una comedia de Moreto o un pícaro veaudeville. También, de vez en cuando la vida nos ofrece sonrisas como ésta.

(Leyendas y Anéctodas del Viejo Madrid)

Foto 1 .- Felipe IV pintado en 1644
Foto 2 .- La Cruz de Puerta Cerrada

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