Entre las calles de San Felipe Neri, de las Fuentes y de las Hileras, Plaza del Comandante de las Morenas y Costanilla de Santiago.
Lleva ese nombre desde principios del siglo XVII por los bancos de los herradores, que eran colocados en medio de la plaza, hasta que el Concejo los mandó quitar por las muchas molestias que ocasionaba la aglomeración de las caballerias. También era, como la plaza de Santa Cruz, lugar donde se situaban los criados y lacayos sin trabajo para que les fueran a buscar quienes necesitasen de ellos.
Era asímismo este paraje punto para las sillas de mano que se alquilaban, y aún no se limitaba el alquiler a esto, sino que las damas callejeras que lo habían menester para autorizar sus paseos y sus enredos podían poveerse igualmente en esta plaza de tías, hermanos, primos y maridos, a tanto la hora, o a un precio más arreglado si se les tomaba por temporada.
Vélez de Guevara, en "El Diablo Cojuelo", alude a esta práctica que nos revela tan pintorescas intimidades de la vida cortesana en tiempo de los Austrias, época cuya austeridad no era a veces ni aparente siquiera; y Tirso de Molina, en su comedia. " Por el sótano y el torno ", pone en boca del criado Santillana, que teme ser despedido por doña Bernarda, aquellos versos que dicen:
" ¡ Miren, porque la doy luz
De amantes embustidores !
Plazuela habrá de Herradores
Y puerta de Santa Cruz.
No me han de faltar dos reales
Y señoras de alquiler ".
La estructura de esta plaza no ha sufrido desde el siglo XVII más variaciones que la apertura primero del pasaje, de la horrible salida del aparcamiento y luego de la calle de San Felipe Neri, donde se hallaba este convento que daba a la calle Mayor. Hubo también en la plazuela de Herradores un mercado, que duró hasta mediados del siglo XIX.
( Pedro de Repide. Las calles de Madrid).
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